Dolor crónico
El dolor crónico, más que un síntoma, se trata de una enfermedad, y como tal puede causar gran discapacidad en Quiénes lo sufren. No cumple con su función protectora, ya que persiste tras la curación de una lesión o puede aparecer sin que exista una lesión previa (sin que exista una señal nociceptiva). Es decir, no hay relación entre el estímulo doloroso y la respuesta del SNC.
Sin dolor no nos enteraríamos de los ataques y lesiones en las que es necesario una atención reparadora y regeneradora o un peligro vital
Sin embargo, cuando tenemos dolor crónico, nuestro sistema nervioso se comporta como una madre sobreprotectora avisándonos de que estamos en peligro en actividades cotidianas muy alejadas de un riesgo real. En estos casos, el dolor se convierte en una constante en nuestra vida, limitando nuestras actividades diarias y haciéndonos sufrir sin motivo.
La buena noticia es que esto se puede revertir. Al igual que nuestro cerebro y sistema nervioso ha aprendido a manifestar dolor, puede aprender a lo contrario. Porque nuestro cerebro tiene una gran capacidad de aprendizaje y reestructuración de la información. Esto se llama plasticidad y, gracias a ella, ¡podemos reeducar nuestro sistema de alarma!
La reeducación es un proceso progresivo, pero con nuestra ayuda iremos desensibilizando al sistema nervioso y, así, volver a una vida activa, feliz, sin miedo… una vida normal.